Txantxangorri, el pájaro más cercano
Su cercanía con las personas le ha concedido al petirrojo un lugar especial entre las aves
Agurtzane Núñez Yarza
Llega la primavera, llevándose tras de sí el silencio helador del invierno. Los cantos de los pájaros volverán a inundar los días, que aunque lluviosos y fríos se llenarán de esperanza. El txantxangorri es de los primeros en hacerse sentir.
«Oí a lo lejos el canto de un petirrojo, el primero… me pareció, tras miles de años, y al que recordaré dentro de miles más con la misma, dulce y poderosa voz de siempre», decía Henry Thoureau, en su ensayo ‘Walden, la vida en los bosques’ donde narraba su estancia en la cabaña de madera que construyó en la orilla del lago de Nueva Inglaterra y donde permaneció dos años, dos meses y dos días. Su característico canto, su simpatía y cercanía con las personas ha hecho que sea una de las aves más queridas en muchos países del mundo, también aquí en Euskal Herria.
Y es que, aunque nos parezca lo contrario, hay txantxangorris (Erithacus rubecula) en todo el mundo, con diversas subespecies. Eso sí, para el petirrojo europeo «su hábitat más idóneo es el de nuestro entorno: prados verdes junto a bosques, ríos, jardines y parques, donde anida a baja altura y busca su alimento: insectos» explica Mikel Olano, guarda forestal y experto en aves, aunque también se alimenta de arañas, lombrices, gusanos, caracoles pequeños, y, al finalizar el verano, de frutas blandas como moras.
Cuando comienza la primavera, es cuando comienza a formar el nido. Para ello, «utiliza su característico canto territorial, tanto para marcar su territorio como para atraer a las hembras», indica. El petirrojo, además, es una de las especies en las que el macho y la hembra son iguales, no tienen ninguna diferencia en cuanto al color del plumaje. En invierno al igual que otros pájaros, para protegerse mejor del frío ahueca sus alas creando una capa de aire caliente alrededor del cuerpo, lo que hace que parezcan más rechonchos.
Las crías sí son diferentes: hasta que alcanzan la madurez tienen un plumaje pardo o marrón con manchas amarillentas. «En cada nidada suelen poner entre cuatro y seis huevos, aunque no siempre salen todos adelante. Dependiendo del alimento que encuentren criarán a todos o algunos morirán de hambre», indica. Otro tanto ocurre con los adultos en invierno, en los que hace tanto frío y nieve que no encuentra insectos con los que alimentarse.
Además, el pequeño txantxangorri tiene el dudoso honor de ser uno de las aves que parasita el cuco. Y es que la leyenda del cuco que cría la pareja de pajarillos es real: durante la primavera la mamá cuco vigila a los pájaros que anidan a su alrededor, y cuando ponen los huevos, se acerca al nido, quita uno y pone uno suyo en su lugar. Al nacer, el cuco es más grande que sus ‘hermanos’, así que los echa del nido para que sólo le alimenten a él», cuenta Olano.
La llegada del cuco hace que el txantxangorri pierda su nidada. Por suerte, en los años que encuentra suficiente comida puede incluso hacer dos nidadas, «aunque no es lo mas normal», lo que ayuda a contrarrestar su gran mortandad. «Suelen vivir pocos años, dos, tres y cuatro…», explica, puesto que, como todas las aves pequeñas, tienen numerosos depredadores.
Este invierno caluroso está siendo propicio para ello, ya que al no hacer frío habrá más insectos que otros años. Y mientras, el txantxangorri se come a los insectos haciendo una gran labor en la naturaleza, «ayudando a controlar la cantidad de mosquitos e insectos que de otra manera podrían ser una plaga», detalla.
Txantxangorris locales y europeos
El petirrojo es un ave territorial que a nuestro alrededor es sedentario. Esto es, vive en el mismo lugar durante todo el año. Pero siempre se ha dicho que en invierno se ven más, y no es porque salgan más al paso de las personas. Los estudios de anillamiento científico han demostrado que los txantxangorris europeos, en los países donde el clima es más frío en invierno vienen al sur a pasar el invierno, y luego vuelven a sus orígenes para anidar en primavera.
Los carteros ingleses y las espinas de Jesús
La cercanía que ha tenido siempre el txantxangorri con las personas ha hecho que haya numerosos cuentos sobre él, sobre todo para explicar su llamativa coloración. Y es que su plumaje ha servido de inspiración más de una vez, como en el caso del amigo de Batman, Robin, como se denomina al petirrojo en inglés, o Robin Hood, que existiese o no, significa petirrojo encapuchado.
A los carteros en inglés también se les denomina ‘robin’, pues en la época victoriana llevaban un uniforme rojo. De ahí que en Navidad las postales se decorarán con dibujos de este ave, que pasó a ser un símbolo de la Navidad.
Una de las leyendas que explica el origen de su plumaje cuenta que cuando Jesús estaba en la cruz, un petirrojo gris se le acercó para consolarlo, y al intentar arrancar una de las espinas, se manchó con la sangre, tiñendo sus plumas del pecho con el color naranja que conocemos desde entonces.