Arquitectura rural y la necrópolis Arraska
Una pequeña loma acoge doce túmulos prehistóricos alineados en Aralar
La nada monumental arquitectura rural y la arquitectura megalítica en circunstancias específicas se pueden fusionar casi de forma simbiótica como alga y hongo en un liquen. Una de las estrategias básicas de investigación en ambas disciplinas a la hora de interpretar los numerosos inventarios de las distintas construcciones es establecer una clasificación sistemática de las mismas. Si los criterios técnicos que se emplean para ordenarlas no tienen en cuenta la sencillez de una arquitectura sin arquitecto, ni el contexto prehistórico o histórico en el que se edificaron, tendremos construcciones que no encajen en ninguno de los grupos abstractos que se definan.
La experiencia sugiere que las clasificaciones excesivamente técnicas son una buena herramienta para diseñar un discurso interpretativo, pero en ocasiones y sin pretenderlo distorsionan la realidad. Por ejemplo, los «misteriosos» arkuek del Aralar, clasificados simplemente en grandes, medianos y pequeños, explican con naturalidad que los grandes no los construyeron los pastores. Estos saben mucho de ganado, leche, cuajo, queso, pasto, etc., pero poco en cambio de piedra seca o falsa cúpula. Los grandes arkuek los construyeron para su uso canteros y mineros del Valle de Araitz; eran los primeros que subían a la sierra a acondicionar y reconstruir las chabolas de vaqueros, porqueros y ovejeros destruidas tras un largo invierno bajo la nieve. En los siglos XVIII y XIX en la cuenca del Araxes, la actividad minera y cantera era frenética y la construcción o mantenimiento de chabolas solo una diversificación más de sus actividades.
Clasificar túmulos
Técnicas sencillas de análisis proporcionan conclusiones elementales. Todo este denso y demasiado largo preámbulo viene a cuenta de la confusión que existe a la hora de clasificar los túmulos. Estos pueden ser sólo un amontonamiento de piedras, un morcuero, un túmulo funerario, un círculo anular, una mota terrera, un túmulo de anillo, un fondo de cabaña, etc. Se desconoce además el uso y contexto de alguno de estos ejemplos.
Un fondo de cabaña se muestra como un montículo de tierra construido con piedra pequeña desmenuzada a propósito, y que sirve como plataforma seca con buen drenaje donde colocar una sencilla chabola para pasar el estío en la sierra, la humedad era enemiga de la salud de los pastores. En el Aralar hay 66 fondos de cabaña identificados, aparecerán más y se usaron sin interrupción durante más de mil años. Sin excavación es relativamente fácil identificarlos, pero con alguna excepción a partir de aquí, con los túmulos se manifiesta el caos y la confusión. Para un diagnóstico definitivo de una estructura tumular se necesita excavación arqueológica en la mayoría de los casos.
Paraje de Arraska
En Aralar, cerca de Irazustako lepoa bajo la cima de Uarrain se encuentra el paraje Arraska. A menos de 450 m. al noreste de la majada Pagabegoikoa hay una ‘insulsa’ loma de 250 m. de largo y 140 m de ancho con orientación suroeste noreste, que por el sur alcanza un desnivel de 34 m. y por el norte sólo de 5 m., hasta un suave collado. El 27 de septiembre de 2014, Gaztelu, Martínez, Millán y Taberna del grupo Hilharriak descubren en esta pequeña loma 12 túmulos a 1.192 msnm. Lo más llamativo de estas 12 estructuras es que están situadas todas juntas en un área reducida de 42 m. de largo por 18 m. de ancho, en un lugar que los montañeros evitan al ascender a Ganbo o Pardarri.
Algunos túmulos levantan del suelo con claridad, otros no. Los diámetros van desde los 3 hasta los 8 metros. En los alrededores hay varios fondos de cabaña, un monolito, una cista, túmulos de anillo y círculos anulares, un paraje complicado de asimilar en una mañanera. Pueden ser 12 túmulos, pueden ser chromlech, alguno parece una cista, pero como alguien ha sugerido, de ninguna de las maneras podrían ser estructuras formadas por el trasiego natural de vacas u ovejas, excéntrica e inexplicable explicación esta última.
El campo tumular de Arraska con sus 12 estructuras alineadas en la misma dirección que la loma retrata sin retoque alguno una importante necrópolis. La loma tumular por fortuna se halla en terreno virgen y protegido, su contenido menospreciado por la élite arqueológica guipuzcoana, pero aplicando la sencillez como base del diagnóstico, aún estamos a tiempo de disfrutar y pasear por un lugar prístino e inmaculado en donde hubo mucha vida y mucha muerte.