El helecho, metas, clones y otras tradiciones
Ha sido tan valioso que el reparto de helechales y su cosecha estaba regulada
Alberto González – otia@basozaina.com
El helecho es tan esencial en el país del euskera, que el séptimo mes del calendario romano, septiembre, se llama «el mes del helecho», iraila. Así, la relación que tenemos con esta planta sin flores ni hojas es profunda y como todo trato que se prolonga en el tiempo, con altibajos, emociones diversas o desavenencias. Hay identificados unos 12.000 especies de helechos, el que vemos en las metas es Pteridium aquilinum, también llamado helecho águila, ya que al cortar la fronde por la base del pecíolo, aparece en el centro un dibujo en forma de águila de doble cabeza.
Ha sido tan valioso en la economía rural que el reparto de helechales y su cosecha estaba regulado en cada valle, comarca o concejo por una serie de normas no escritas pero de obligado cumplimiento, que en cada lugar podían ser distintas. Es el tradicional derecho consuetudinario del que tanto nos gusta presumir en cuadrilla bajo el sirimiri.
Una vez almacenado en las metas se utilizaba luego como cama para ganado, ya que actúa como insecticida natural en la cuadra y con la mezcla resultante se producía el imprescindible estiércol del que dependía el rendimiento de las huertas. Todo parece indicar que en esta estrecha relación que mantenemos con el helecho, nosotros estamos al mando, el hombre maneja la planta y se beneficia de ella, pero los datos objetivos indican lo contrario.
Pteridium aquilinum es una de las cinco plantas más abundantes en todo el mundo, de origen desconocido, tiene más de 300 millones de años de antigüedad. Es más viejo que otras muchas especies que con fascinación llamamos fósiles vivientes. Cuando vemos en verano un helechal, con miles de tallos del que cuelgan las aguileñas frondes, es probable que estemos ante un único individuo clonado una y otra vez a sí mismo y comunicado bajo tierra por una compleja red de raíces y rizomas que pueden superar el metro y medio de profundidad. La edad del clon puede superar los 600 años, el mito de la inmortalidad hecho helecho.
Helecho, una planta invasora
En muchos lugares está considerada como una peligrosa planta invasora, tóxica y global, es la única planta superior capaz de generar tumores cancerígenos en el ganado. La alarma surge en Costa Rica cuando se comprueba el contagio de tumores cancerígenos por consumo de carne de ganado que había pastado helechos; en 1983 se identifica la toxina causante. Esta es la única vía de contagio comprobada aunque se advierte de posibles riesgos de contaminación de acuíferos por la ingente cantidad de esporas que producen. Aquí el ganado evita el helecho, el pastor sabe el peligro y lo maneja en consecuencia, no hay apenas datos de aguas porque no se tiene en cuenta en análisis convencionales.
Una vieja leyenda que recorre todo Europa relata el mito de la flor del helecho que florece la víspera de San Juan. Para encontrarla y verla solo una única vez en la vida, hay que buscarla de noche y en soledad. La imposible flor del helecho nos enfrenta al precio que hay que pagar por todas las riquezas que nos proporcionará, la desoladora soledad de un bosque protegido por duendes y espíritus.
En cada concejo o caserío hay alguna tradición con el helecho como protagonista. Juan Garmendia Larrañaga con su inimitable sencillez basada en trabajo de campo, relata cómo en muchos pueblos, el ramo de San Juan entre otras plantas siempre lleva helecho. Una vez bendecido se guarda en la ganbara colgado de un clavo, como protección del hogar para evitar el rayo u otros males. Al año siguiente se depositará en la hoguera y comenzará un nuevo ciclo.
Helecho planta oportunista
En el siglo pasado era común ver helecho protegiendo el pescado, las ostras, envolviendo el queso o como cama protectora de frutos del bosque. Este otoño, un buen cazador y amigo me regaló unos boletus protegidos por helecho que disfrutamos sin remilgos. El verdadero peligro de Pteridium no está en que sea cancerígeno, sino su facilidad para invadir tierras abandonadas que acaban en fuegos descontrolados. Con los incendios, esta especializada planta pirófita termina con todos sus competidores.
Un novedoso y esperanzador proyecto ha identificado el compuesto insecticida natural del helecho y se intenta convertirlo en ariete para hacer rentable su cosecha y evitar así la infestación de terrenos abandonados.