Un canal en Gipuzkoa
En el siglo XIX se proyectó un canal para llevar mercancías hasta Donostia
Amaia Núñez Yarza
Hoy en día nadie se extraña de tener en casa productos traídos desde el otro lado del planeta, desde frutas y verduras de cualquier país hasta piezas de fabricación. Pero hace doscientos años, el transporte no estaba tan avanzado y llevar la mercancía suponía mucho esfuerzo. «En 1760 hacen el Camino Real», indica Yoseba Alonso, una ‘carretera’ más ancha de lo habitual y que conectaba las ciudades más importantes de la época. «Es el camino que funciona durante muchos años», explica el etnógrafo especialista en mugarris.
Pero la necesidad de transportar mercancías más lejos y más rápido hace que ideen nuevas formas de transporte y de ahí surgirá el proyecto de hacer un canal de navegación en Gipuzkoa. Este canal permitiría llevar mercancías desde el interior hasta el mediterráneo. En sus investigaciones, Yoseba Alonso ha encontrado los planos del proyecto que diseñó Manuel Peironcely, ingeniero de caminos, canales y puertos del Gobierno de España. «Es un proyecto que estaba muy avanzado», explica Alonso.
En Gipuzkoa había cuatro canales proyectados, uno de ellos salía desde Tolosa para llegar a Donostia. El trayecto constaba de 34 esclusas para superar el desnivel que tiene la provincia.
El embarcadero estaba en Tolosa, en la plaza que hay detrás del Archivo General de Gipuzkoa. Ahí es donde iban a recibir el agua para el canal. El primer tramo de la esclusa llegaría hasta Irura. «Desde el embarcadero de Tolosa hasta Irura tiene que tener el mismo nivel, pues si en Irura se queda más bajo se quedarían sin agua. Para eso sirven las esclusas».
El sistema de funcionamiento del canal de navegación es simple: cierran las compuertas que necesitan y las llenan de agua para que los barcos floten y hacerlos navegables. En canal siempre va paralelo al río, «no pueden utilizarlo, porque lo necesitan».
El tramo que sale de Tolosa hubiera tenido 21 pies de ancho (alrededor de 10,8 metros), con una profundidad de 1,8 metros. «Normalmente al lado se hacía un camino, desde donde los bueyes arrastran los barcos de vuelta al embarcadero», explica. Por eso, en este caso tenían calculado que los barcos tendrían como máximo tres metros de anchura, para poder cruzarse ambas direcciones.
Este proyecto estaba pensado para mercancías. «Hemos encontrado mucha documentación de mercancías que exportaban a Flandes», indica Alonso. Así, estima que los barcos utilizados serían gabarras. «Tolosa va a ser un centro muy importante de comunicaciones» y por eso se elige la localización. «Se va a centralizar casi todo Gipuzkoa. Todo lo que viene de Castilla, de Navarra por Berastegi… todo esto va a confluir aquí. Para que desde aquí nos vayamos a la ciudad».
La primera esclusa tenía un tramo de casi cuatro kilómetros, para lo que tenían que salvar 10 metros de desnivel. Todo el trazado del canal sería de piedra, al igual que el Canal Imperial de Aragón. Contaba con un presupuesto de 26 millones de pesetas. «La piedra seguramente la traerían de Albiztur», indica Yoseba Alonso.
«El proyecto estaba muy avanzado. En 1834 casi está aprobado hacerlo», pero la Primera Guerra Carlista hizo que se atrase la entrega de planos a Peironcely hasta 1844, quien debía diseñar el trazado. Para cuando comienza el trabajo, «él mismo se da cuenta que es un proyecto poco viable», no por el coste económico, sino por otro avance que facilita el transporte de mercancías y que ya está en marcha en otros países: el tren.
Así, siguiendo más o menos la línea que había marcado para el canal de navegación, diseñó el tramo del ferrocarril que se construyó posteriormente. Según Alonso, «si se hubiera construido el canal, luego hubieran hecho el ferrocarril por otro lugar».
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