El reloj oculto del campanario sin esfera en Sorabilla

Los miembros de Burdina taldea con el reloj de Sorabilla. Foto: Núñez

El reloj oculto del campanario sin esfera en Sorabilla

Burdina ha restaurado el reloj de la iglesia de Sorabilla, uno de los más antiguos de Gipuzkoa

Agurtzane Núñez Yarza

El reloj de la iglesia de Sorabilla llevaba tanto tiempo sin tocar que nadie sabía de su existencia, más ahora que la mayoría están automatizados. Los miembros de Burdina taldea, el grupo que se dedica a recuperar el patrimonio local, fueron a la iglesia en busca de tejas, cuando se encontraron el que de momento es el segundo más antiguo de Gipuzkoa.

«Cuando se arregló el tejado de la iglesia un técnico de la Diputación me llamó para avisarme de que habían encontrado una teja con un símbolo, y me la dio para que la guardáramos. Hace unos años volvimos a ir para ver si encontrábamos más tejas, pero al subir al tejado vimos una maquinaria extraña, que no podía ser otra cosa más que un reloj», explican Xabier Arruti y Ander Armendariz, miembros de Burdina taldea y que han participado en la restauración junto a Joxe Alcántara y Juanjo Cancio.

Pero al bajar a la calle, se encontraron con una sorpresa inesperada: el campanario no tiene reloj. «Tiene otro uso: solo sirve para tocar las campanas», indica Arruti. Contactaron con Xabier Álvarez Yeregui, miembro de Yeregui Elkartea, que se dedica a recuperar relojes antiguos construidos sobre todo por sus antepasados, la saga de los Yeregui que comenzó su bisabuelo. «Nos dijo ‘aquí hay una joya’. Según sus investigaciones, es el segundo más antiguo de Gipuzkoa». El más antiguo que se conoce es de 1740 y está en Hernani. El de Sorabilla es de 1795.

Los relojes campaneros no eran una rareza en aquella época, en la que los vecinos, agricultores en su mayoría, no tenían relojes y cumplían una función muy importante. «Como nos explicó Yeregui, servían para que la gente supiera cuándo rezar el ángelus, pero también si el médico te recetaba un medicamento, cuándo tenías que tomarlo».

Una vez obtenido el permiso para restaurar el reloj, la primera labor fue desmontar todo el mecanismo, pieza a pieza, para llevarlo a su sede. «Xabier Alvarez nos dijo cómo teníamos que limpiarlo y Joxe Alcántara estuvo cuatro meses limpiando una a una todas las piezas. Ha quedado perfecto», destacan sus compañeros de Burdina taldea. Pero después, ayudados por los miembros de Yeregui elkartea, tocaba montarlo de nuevo. «Vinieron aquí y lo montamos en tres días sobre una mesa que hemos hecho especialmente. El herrero que lo ha construído nos dijo que casi pesa tanto la mesa como el reloj. Calculamos que este pesa unos 350 kilos».

Según consta en la placa de uno de los engranajes, fue construido por Lázaro de Yparraguirre en 1795 y arreglado por Benito Yeregui en 1879. Poco más han podido saber los miembros de Burdina taldea. «Hemos buscado en el archivo de Andoain y en el Seminario, tanto nosotros como personas que se dedican a este tema, pero no hemos encontrado nada», indican, aunque creen que «el señorito de Azelain, que era el jauntxo de Sorabilla, pueblo por aquel entonces, estaría detrás y pondría el dinero. Se ve que es importante y que una comunidad de caserío seguramente no tendría acceso a ello».

La maquinaria tiene lo que se llaman tres trenes, una para el movimiento y las otras dos para la sonería. Estaba preparado para tocar las campanas las 24 horas del día y también se podían programar otros toques, como el del Ángelus, en las horas correspondientes.




Tampoco saben hasta qué época estuvo en funcionamiento, aunque seguramente tuvo una larga vida útil. Los engranajes están muy gastados, así que se utilizó durante siglos. Hoy en día ya no funciona, «le faltan varias piezas, algunas importantes, y sobre todo las que eran de bronce. En alguna reforma que se hizo en la iglesia sospechamos que se las llevaron».

Por ello, su objetivo nunca ha sido ponerlo en funcionamiento, ya que conseguir las piezas es muy costoso porque estaban hechas a medida, y hoy en día al estar todo automatizado, nunca iba a hacer su función. «Además, tendríamos que desmontarlo todo para subirlo al campanario. Nuestra intención es llevarlo de nuevo a la iglesia para exponerlo allí. Esperamos inaugurarlo en septiembre, con motivo de las fiestas de la Virgen del Coro de Sorabilla». De momento en las jornadas de puertas abiertas de la sede coincidiendo con el Día Internacional de los Museos que se celebró en mayo, numerosos vecinos se acercaron a conocer de cerca el reloj.


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