Un coche eléctrico en el año 1898

El coche eléctrico que perteneció al museo Louvre, en la colección Echeverria. Martin Garcia

Un coche eléctrico en el año 1898

Uno de los primeros coches eléctricos de la historia descansa en la colección Echeverria

Martín García

Thomas Davenport, un herrero de Vermont, EE.UU., ya construyó en 1834 un primer motor eléctrico equipado con una batería, que andaba por una pista circular electrificada, y hasta patentó junto con su esposa dicho motor en 1837. Sin embargo, el primer coche eléctrico se considera el modelo de coche alemán Flocken del año 1888; éste era de tipo calesa, equipado con una batería de 100 kg de peso, y capaz de llegar a una velocidad de 15 km/h. Francia y Reino Unido fueron los primeros países en apoyar la investigación y desarrollo de los coches eléctricos.

El Museo de Louvre de París ya adquirió tres versiones de coche eléctrico en 1898, uno para pasajeros y los otros dos para trabajos y obras del museo. En la foto 1 y 1a vemos la versión de pasajeros de esa empresa francesa Thouvenin Tollin I.C. Los tres funcionaron en las actividades diarias del centro, tales como traer pasajeros desde la estación parisina al museo, trabajos de la institución, transporte de sus fondos, etc.

Esta empresa francesa también vendió royalties de fabricación del coche a otra alemana para fabricarlo allí, de tal forma que algunos de los coches que hoy tienen los coleccionistas pueden ser versiones alemanas. Este no es el caso del coche de la foto 2, destinado a otras actividades del museo, sino el modelo de la imagen 3, que lleva todavía bandajes macizos de caucho en sus ruedas.

Fue la empresa francesa Michelin quien cambió en 1920 las ruedas originales en esos tres vehículos del museo de Louvre, además de modificar también su sistema de freno a mordazas por el de zapatas actuando sobre los tambores de las ruedas, tal y como mostramos con dos círculos marrones para indicar su ubicación entre la ballesta y el neumático (Ver foto 4a).

Si las ruedas en principio vinieron con bandajes macizos de caucho acoplados a sus llantas, a partir de entonces ya llevaron neumáticos con cámaras hinchables. Pues bien, uno de esos tres coches del museo Louvre de París fue el que compraron para su colección los Echeberria de Ataun hacia 1960. Hoy está restaurado y a punto, según hemos visto en la fotografía 1. En la versión para transporte de cargas y objetos de la foto 2, solían hacer propaganda del museo así: Grands Magazines du Louvre.

El coche propiedad de Jesús Mari es singular. Se trata de un vehículo de tan solo tres ruedas, dos traseras y una delantera, ésta portando el conjunto tractor así: La dinamo en la parte superior, cargando cuatro acumuladores de 12V cada uno, después hacia abajo estaba la caja reductora, que señalamos con un punto blanco, a la que seguía el grupo de transmisión para llegar al piñón de ataque a la corona tractora de la rueda (Ver foto 4b).

Delante tenía una luz frontal que funcionaba por la reacción del carburo y el agua que ponían en el depósito, señalado con otro punto blanco (Ver foto 4c). A izquierda y derecha de la cabina de conducción llevaba dos luces con cartucho para velas de cera, además de otra luz gálibo en la zona trasera similar a estas dos últimas (Ver foto 4d).

Las tres ruedas eran de llantas de acero, aunque inicialmente llevando bandajes macizos de caucho según hemos dicho antes. La rueda delantera solo tenía diez radios además de los refuerzos para soportar las dos suspensiones de tipo ballesta. Las traseras eran con doce radios de madera y las mismas suspensiones para absorber las irregularidades del piso.




La conducción era aun sin volante, de tipo ‘cola de vaca’, de tal forma que, se conducía el coche solo llevando horizontalmente la palanca a izquierda (I) y derecha (D), según vemos en la foto 4e. La cabina era para 4-6 pasajeros con dos ventanas laterales y una trasera, preparada para llevar todos los equipajes y bultos en el techo.

En la foto 4f vemos la placa original del coche y, en las fotos 4g y 4h, primero la palanca exterior de cambios con cuatro marchas, acorde con el número de acumuladores que llevaba el coche, tal y como señalamos con otro punto blanco. Por último, vemos el receptáculo para los pies del piloto con los mecanismos y pedales de conducción.

El avance técnico fue rápido, dado que el belga Camille Jenatzy rompió en 1899 por vez primera en el mundo de los coches la barrera de los 100 km/h, llegando hasta los 105,88 km/h. Lo que ahora hemos hecho en pleno siglo XXI es retomar como buena una gran idea del pasado para proyectarnos hacia un futuro más limpio. Este modelo de los Echeberria con más de 125 años de antigüedad sigue en perfecto estado de revista.

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