Los apellidos y la genealogía
Encontrar el origen de la familia es posible, y también la casa o el pueblo desde donde surgieron
Paco Lizarralde/ Agurtzane Núñez Yarza
En los últimos años la genealogía se ha puesto de moda, sobre todo para conocer el origen de la familia, incluso de los apellidos. Investigar el origen de la familia es relativamente sencillo hoy en día, ya que se puede consultar en internet el archivo de la Diócesis de Donostia, con documentación sobre bautizos, bodas y defunciones de antes de 1900.
Las iglesias siempre se han considerado las guardianas más importantes de este tipo de información. Y es que desde finales del siglo XVI, con el Concilio de Trento, se dispuso que las parroquias de cada pueblo se hicieran cargo de documentar los bautizos, los matrimonios y las defunciones. Los registros públicos no comenzaron hasta 1870, por lo que en los ayuntamientos no se puede investigar la rama familiar antes de esa fecha, y tampoco posterior al comienzo del siglo XX, pues no se pueden facilitar datos de alguien que pudiera estar todavía vivo.
Pero, más allá de conocer los orígenes de la familia, también puede resultar interesante saber de dónde surgió. Los apellidos se pusieron para distinguir a unas personas de otras. En algunos casos se utilizaban los topónimos o nombres de lugar donde vivían, en otros su profesión, pero los más comunes son los llamados de filiación, que indicaban que se era ‘hijo de’ añadiéndole el sufijo –ez. Así, Gonzalez era el hijo de Gonzalo, Garcés el de García o Sánchez el de Sancho.
Aunque los apellidos terminados en –ez parezcan castellanos, hay algunas investigaciones que indican que podría ser de origen vasco, ya que el rey de Navarra García Iñiguez tomó el apellido, y el trono, de su padre Iñigo, en el año 851. Otros indican su origen Visigodo, ya que Fruela Perez, primer rey de Asturias, era hijo de Pedro de Cantabria.
Como se puede adivinar por esta fórmula es que al coger el nombre del padre, cambiaba el apellido en cada generación, incluso podía ser diferente entre hermanos, ya que uno podía elegir el nombre del caserío, otro el del padre y otro su profesión. Eso sí, tener un patronímico ya indica que el padre era conocido, por lo que algunos consideran que en su origen eran apellidos de la realeza o nobles. Eso sí, los ocho apellidos más comunes, tanto entre los vascos como en España son García, González, Fernández, Rodríguez, Pérez, López, Martínez y Sánchez.
Conocer el orígen del apellido
Lo curioso de los apellidos toponímicos es que hoy en día todavía se pueden localizar y visitar los lugares de origen de cada uno. Algunos son pueblos, barrios o lugares. En el caso de niños de la inclusa, el apellido variaba según dónde nacían: por lo general era Expósito, y en Gipuzkoa, se les asignaba el nombre del pueblo donde habían nacido, o directamente se inventaban uno como Iglesia, por ser llevado a una.
En otros casos, como en muchos apellidos vascos, el origen está en la casa o caserío. Muchos nombres de caseríos se repiten, como también las familias asociadas a ellas, como Etxeberria, Goikoetxea, Bengoetxea, etc, por lo que es importante saber el pueblo de origen. En el último siglo millares de caseríos han desaparecido, pero aún se pueden encontrar muchos originarios de los siglos XVI y XVII, que pueden ser el que le dé nombre a la familia.
Antiguamente aunque las familias se movían de un pueblo a otro en busca de casa, como inquilinos, o por trabajo, la movilidad no era tan grande como ahora. Así, muchos de los que comparten apellido en una misma zona tienen grandes posibilidades de tener el mismo origen.
Hay algunos incluso con más suerte, y es vivir en el mismo caserío que da origen al apellido durante generaciones. Es el caso de Garaikoetxea en Eldua, que hasta 1924 durante 500 años la familia que lo habitaba compartía nombre con la casa.