Jaime Izquierdo: «La ciudad, sin el campo, se va al garete»

Jaime Izquierdo

Jaime Izquierdo: «La ciudad, sin el campo, se va al garete»

Jaime Izquierdo lleva décadas defendiendo la importancia de las zonas rurales

Amaia Núñez Yarza

La mitad de los municipios de Gipuzkoa tienen menos de 2000 habitantes, 32 teniendo en cuenta los de menos de mil. Son muchos los vecinos que viven cerca de zonas rurales. Más allá del imaginario de vivir en un entorno rural, Jaime Izquierdo defiende la importancia de estos municipios. Geólogo y escritor, en las últimas dos décadas ha trabajado en el ámbito del desarrollo rural. El mes pasado ofreció una charla en Orexa en la que planteaba ‘¿Tienen futuro las zonas rurales?’.

-¿Tienen futuro?

-Lo tienen que tener por una razón de supervivencia de todo el mundo. No podemos concebir un mundo estrictamente urbano, rodeado de selvas impenetrables en las que no haya campo. Lo que ocurre es que tenemos que hacer un ejercicio complejo de redefinición del papel del campo en el futuro. Tener la idea clara de que la ciudad, sin el campo, se va al garete.

-Tienen que ir de la mano.

-De hecho, ya hay algunos indicadores. Los incendios que en los años 60 eran incendios forestales muy alejados de las zonas urbanas, últimamente empieza a haber incendios que entran en las ciudades. Provocan generalmente muertes. La fauna salvaje, jabalíes, por ejemplo, ya merodean las carreteras y corretean por las ciudades. Esos son indicadores de que algo no está funcionando en el campo y nos está generando los primeros problemas. La preocupación por el campo no es solo de los que viven en el campo, del medio rural, tiene que ser una preocupación compartida de toda la sociedad.

-Las zonas rurales pueden ser el futuro.

-Sí, esa idea de refugio. Cuando van mal las cosas en una ciudad, se busca ese refugio. Ya pasó en los tiempos de guerra y en los tiempos de pandemia. Más allá de esas situaciones de emergencia y puntuales, hay que darle una estabilidad a esos territorios. Y Orexa está haciendo un trabajo muy interesante para generar nuevas oportunidades y tener una visión actualizada del papel de los pastores y, sobre todo, el papel de entidades de organización que superan a la familia campesina, las familias del baserri. El mundo del campo hace cien años se organizaba a través de familias, familias que vivían muy numerosas y que trabajaban todas en el caserío. Eso ya no es así, no puede ser así, y, por tanto, necesitamos otras estructuras de organización. La cooperativa de Orexa va en esa dirección. Tiene claro que con una estructura de cooperativa es más fácil y más llevadero el trabajo del pastoreo.

 




-¿Conoce alguna otra zona de Gipuzkoa? ¿Qué destacaría en comparación a Asturias?

-Conozco puntualmente Aralar, estuve hace tiempo con los pastores de Aralar. Estuve también con los pastores de Sierra Salvada, entre Vizcaya y Álava. Tengo un conocimiento por encima. Lo de Orexa me impresionó mucho porque trabajan dos aspectos fundamentales, que es el aumento de autonomía energética a través de una comunidad energética que están creando y esa organización de carácter cooperativo para gestionar las tierras con pastoreo y producir quesos de alta calidad. Hay otros sitios en Asturias donde estamos haciendo cosas similares, pero lo cierto es que todavía son muy incipientes. No están consolidadas. Tenemos intuiciones, pero no sabemos cómo solucionar ese problema.

-El empleo es el hándicap principal.

-Sigue siendo cierto que los empleos urbanos son más atractivos que los empleos rurales. Los empleos urbanos están sometidos a un horario y a una regulación de sueldos, con vacaciones, fines de semana libres… y desde esa medida compiten con el del pastor, que es bastante más sufrido. Por eso tenemos que buscar formas de organización que permitan que los pastores del futuro disfruten del tiempo libre y tengan consideración social en la medida que están haciendo un trabajo para el conjunto de la sociedad.

-Hoy en día la tecnología ha facilitado la vida en los municipios pequeños.

-Sí, esa es una de las condiciones. Las aldeas ahora, y pueblos como Orexa, digamos que tienen una vocación de gestores del territorio por una parte. Pero por otra parte, también, hay oportunidades que les puede facilitar llegar a mercados y llegar a hacer cosas que antes serían impensables. La comunicación pasa, no tanto en el ámbito de la agroecología, más en el de los artistas. En Asturias tenemos el ejemplo de Rodrigo Cuevas, que vive en un pueblo, en una aldea muy parecida a Orexa y de ahí crea música y se inspira y trabaja, y luego da conciertos por todo el mundo. Eso antes era impensable. Es decir, aparecen nuevas oportunidades que nos ayudan a que la vida en las aldeas haya más complejidad y más oportunidades. Ese es un punto también muy interesante para el futuro.

-Antes se pensaba que para vivir en un pueblo tenías que vivir del caserío y ahora ya no es así.

-Sí y vivir en un caserío del siglo XVI. Ahora es una realidad más. Pero necesitas efectivamente conexión a internet, nuevos servicios básicos que te permitan desarrollar el potencial. Y eso forma parte del nuevo discurso de las aldeas en la sociedad contemporánea.

 




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