La vida entre cuentos

Céline Rainoird durante una sesión de cuentacuentos.

La vida entre cuentos

Celine Rainoird cuenta historias desde que era pequeña

Agurtzane Núñez

De pequeña lo que más le gustaba a Céline Rainoird era contar cuentos de miedo a sus amigos y familiares. Ahí descubrió que contar historias era algo que se le daba bien, y que, además, le encantaba. «Vi que tenía un buen poder de atrapar», recuerda. Con el tiempo, su afición se volvió oficio y lleva más de veinte años dando clases de teatro y contando cuentos, además de participar en festivales de oralidad como Ahoz Aho, que organiza cada año Intujai.

Eso sí, «ahora ya no cuento historias de miedo», dice, «con la maternidad todo lo que tiene que ver con el miedo me causa rechazo». A cambio, ha incluido en su repertorio cuentos de todas las partes del mundo, además de seguir contando los cuentos tradicionales franceses que conoce desde siempre.

Hace veinte años que Celine llegó a Zaragoza sin saber nada de castellano, y en menos de dos años ya estaba contando cuentos bilingües. «Cuando vine tenía claro que en cuanto supiera manejarme en castellano iba a empezar a contar cuentos. Vine como profesora de teatro en francés y poco a poco, fui traduciendo todos los cuentos que conocía», explica.

Como buena cuentera, lo que más le gusta es «conocer la historia y contarla con tu propio lenguaje, lo haces tuyo y viceversa, porque te pones al servicio de la historia». Eso sí, al principio, se aprendía las traducciones y las contaba tal cual, hasta que fue cogiendo soltura con el idioma. «Hoy en día tengo algún cuento que solo he contado en castellano a adultos».

Cuentos adaptados

Entre sus todas la historias tiene cuentos recopilados originarios de distintos países, a los que añade alguna que otra historia cantada. «En la sesión de ‘cuentos aleatorios’, por ejemplo, tengo un cuento africano, ‘Por qué nadie lleva el caimán al agua’; uno francés que he traducido como ‘La mujer chiquitinirriquica’; uno tibetano, ‘Las fresas del bosque’; una canción francesa, ‘La leyenda de San Nicolás’; y ‘El cuento de la imaginación’ del autor quebequense Mathieu Lippé, que yo he traducido como ‘Alma la buena’, y que tiene también una parte recitada».

A la hora de realizar una sesión de cuenta cuentos, Celine adapta los contenidos a su público. «Adapto el vocabulario para los niños según el nivel que tengan, más cuando cuento en francés, porque cuento desde alumnos de infantil hasta adultos», explica. De momento las historias que cuenta son todas recogidas de la tradición oral de diferentes culturas. «No cuento nada mío, me da mucho respeto, aunque algún día lo haré», detalla.

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