El repostaje en los primeros aviones
Uno de los camiones cisterna para el repostaje de gasolina a los aeroplanos se guarda en la colección Echeverria
Orville, el menor de los hermanos Wright, apenas voló 36 metros con un aparato fabricado por ambos hermanos el 17/10/1903. No obstante, estudiosos de la aviación suelen considerar este vuelo como el primero de la historia moderna. Los avances que efectuaron a partir de esa fecha tanto los primeros fabricantes como los pilotos fueron muy rápidos. Los principales países en crear una incipiente industria aeronáutica fueron los franceses, seguidos por los británicos.
Hemos hecho esta breve introducción aeronáutica por dos motivos; primero, porque el camión cisterna que nos ha mostrado Jesús Mari Echeverria en su ‘templo de incunables’ de la automoción, que guarda con tanto esmero, fue uno de los primeros modelos diseñado para que repostaran durante la Primera Guerra Mundial esos primitivos aviones en tierra; y, segundo, porque casi todas las marcas de aviones que combatieron en ese periodo de 1914 a 1918, tales como Airco DH2, Fockher, Boeing, etc., finalmente quisieron incorporar a sus aparatos ese motor Hispano-Suiza del que ya hemos hablado antes, y que los ingenieros de esta marca de coches aquí desarrollada también diseñaron después para aviones.
Pues bien, mostramos ahora en la foto 1 un camión cisterna de la compañía ‘International Harvester CO’, adquirido en Bélgica por Echeverria, que los aviones del eje Francia, Reino Unido, Serbia y Rusia utilizaron para llenar sus depósitos en tierra, y así lo hicieron luego también los de Italia, Estados Unidos, etc. En la foto 2 vemos la zona trasera del camión, desde donde controlaban tanto las acciones de llenado, primero desde bidones de gasolina de 1.000 litros de capacidad al tanque receptor; después, con ayuda de mangueras específicas y por distinta boca, desde el propio camión-cisterna al depósito de los aeroplanos o biplanos de combate.
Según me demuestra Jesús Mari era una operación sencilla; primero se purgaba manualmente el dispositivo desde la palanca A, y, una vez extraído todo el aire, se ejecutaba ya la acción de llenado con ayuda ahora de la palanca superior B. Ambas acciones se hacían de forma manual en esa época.
El gran manómetro que regulaba la entrada y salida del combustible en ambas operaciones está aforado en galones según marca la esfera, medida muy utilizada entonces en América del Norte, que equivalía a 3,750 litros. Una cuenta rápida y aproximada nos dice que los 1.000 galones de la esfera equivaldrían a unos 3.750 litros de combustible en volumen y alrededor de 6.000 libras en cuanto a peso.
Las ruedas de madera de 14 radios (C), las palancas de cambio y freno, pedal y volante del receptáculo de conducción (D), procedencia y modelo en la placa del fabricante (E), las características y tecnología del motor (F), los asientos del conductor y ayudante sin techo (G), así como las ruedas con bandaje y la suspensión, identifican al camión-cisterna en la “prehistoria” del aprovisionamiento aéreo.
Lo que sucede en todas estas tristes guerras es que, a costa de miles y miles de vidas humanas, se avanza tecnológicamente de forma vertiginosa, mucho más rápido que investigando en tiempos de paz. En este caso concreto, sin datos medianamente exactos del costo de vidas humanas que supuso este cruel periodo de guerra acaecido entre 28/7/1914 al 11/11/1918, se estima que fue de unas 10.000.000 personas entre ambos bandos.
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