Natura hirian
Los pueblos y ciudades cuentan con una amplia biodiversidad que es importante mantener
Amaia Núñez Yarza
Ese gorrión que revuelve la tierra de las macetas, esa lagartija que trepa por los muros o esa plantita que asoma entre las baldosas no ensucian las calles, aunque parezca lo contrario. En realidad, lo único que hacen es buscar su sitio, ya que «también hay naturaleza en las ciudades y se pueden adaptar las ciudades para que alberguen más diversidad biológica», según Juan Arizaga, biólogo y director del Departamento de Ornitología de Aranzadi. La biodiversidad «mantiene el equilibrio de los ecosistemas que, a su vez, es necesario para la supervivencia de todas las especies que viven en nuestro planeta, incluidos los humanos».
En este sentido, la biodiversidad urbana no se centra solo en ciudades; los municipios más pequeños también tienen que tenerlo en cuenta. «A pesar de la proximidad al campo, los núcleos urbanos de muchos de nuestros pueblos se enfrentan a problemas similares a los existente en las ciudades más grandes, porque al fin y al cabo todos compartimos un estilo de vida similar», aclara. La OMS (Organización Mundial de la Salud) recomienda que todas las personas debieran tener acceso a espacios verdes a menos de 300 metros de su vivienda.
Pero no basta solo con eso. Hay que respetar a las especies que viven en los entornos urbanos como murciélagos, lechuzas, golondrinas o gorriones. «Las casas cada vez están más renovadas y más perfectas. Hay algunas especies que crían en edificios que ya no están porque no tienen dónde meterse, por ejemplo los vencejos».
Para promover un entorno urbano con más biodiversidad pusieron en marcha Hirilife, un proyecto en el que participan diversos departamentos de Aranzadi y cuyo objetivo es investigar, divulgar y educar sobre la necesidad de promover y conservar la biodiversidad en entornos urbanos.
En los últimos dos años han llevado a cabo numerosas iniciativas, sobre todo en ciudades, para concienciar y dar a conocer la vida que albergan los núcleos urbanos. Aprender a identificar especies de aves, anfibios, reptiles o insectos han sido algunas de los cursos; también colocar cajas nido, refugios para murciélagos e insectos y construir charcas para anfibios, que a su vez sirven para libélulas y otro tipo de insectos. Y es que admite que el mejor entorno para hacer educación ambiental es la ciudad.
Con lo aprendido, muchos de los participantes han podido profundizar en los temas y participar en el Atlas de Aves Nidificantes de San Sebastian que publicarán el próximo año.
Para ello, realizaron un censo de aves, tanto diurnas como nocturnas, tras dividir Donostia en cuadrículas de 500×500 metros. En el libro habrá fichas con la información de casa especie, con mapas y modelos para saber donde localizar cada una.
Han registrado «unas 90 especies» de aves en entornos urbanos de Donostia, tanto en el centro de la ciudad como en zonas como Zubieta y Landarbaso. Aunque parezcan muchas especies, muchas de ellas no cuentas con muchos ejemplares.
Esto no solo pasa en Gipuzkoa, pues hay ciudades europeas en las que ya no hay gorriones. «Vas a Viena y no hay gorriones. Ni en Londres. Aquí todavía quedan, pero cada vez hay menos». Para fomentar la biodiversidad hay que tener en cuenta desde la construcción o renovación de las casas hasta el cuidado de los jardines.
Algo tan sencillo como dejar crecer el césped o no podar los árboles en primavera puede beneficiar a la vida salvaje que vive en ella. El césped dará semillas y saldrán flores que atraerán a los insectos, que servirán de alimento a los pájaros. En el caso de los edificios, aconsejan mantener los huecos o espacios que ya hay o intentar colocar refugios para animales como murciélagos, vencejos o lechuzas, pues además, ayudan a controlar plagas de insectos y roedores.
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